domingo, 25 de enero de 2015

De cuando (¡por fin!) medimos el pozo y de lo que no se aprende en internet ni en los libros.

Antes de Navidad, dejamos pendiente bajar al patio a medir la profundidad del pozo, para hacernos una idea de profundidad en relación con los 800 metros a los que según Vilim estaban las minas. A la vuelta de las vacaciones, después de hablar de lo que hemos hecho estos días y lo que nos han traído los Reyes, hemos querido retomarlo. ¡Menos mal que habíamos apuntado todo lo que necesitábamos! Habíamos llegado a la conclusión de que era difícil encontrar un metro lo suficientemente grande para que llegara hasta el fondo (al menos en el cole, el metro más largo era de cinco metros), así que decidimos tirar una cuerda larga con una piedra atada al extremo, y después podríamos medir la longitud de la cuerda. 
Un buen día estaba todo preparado, pero algunos compañeros decidieron que no era el mejor momento: "Faltan Luis García, Marcos y Javi Carretero, profe, y se lo van a perder. Tenían muchas ganas de verlo... ¿Porqué no los esperamos". Sin dudad, era una idea excelente. Casi mejor que la idea de la cuerda y la piedra, o mejor que cualquier otra idea que hayamos tenido este año. Esperar a los compañeros que faltan es una muestra de empatía buenísima, además de compañerismo. Algo que no se aprende de los libros ni en internet, y sin embargo es mucho más importante que todo lo que venga en una enciclopedia. Así que decidimos por unanimidad esperar a un día en e que estuviéramos todos, aunque eso supusiera aguantarnos las ganas durante un tiempo más. 
Cada día mirábamos con ilusión al llegar a ver si estábamos todos. Hasta que por fin, llegó el día. Leímos nuestra lista de cosas necesarias, las cogimos y bajamos al patio. Para que no hubiera ningún problema de que alguien se cayera, todos esperábamos detrás de la valla y el profe nos iba ayudando a asomarnos de dos en dos. El pozo parecía muy profundo, podíamos ver al fondo nuestro reflejo en el agua, y no sabíamos que cantidad de agua habría...

El profe ató bien la piedra a la cuerda y comenzó a bajarla, pero hubo un problema: La cuerda se quedaba corta. En seguida propusimos pedirle otra cuerda a alguna seño y atarla, para que así fuera más larga. Conseguimos atarla y medir definitivamente la profundidad, y subimos corriendo a clase para medir la cuerda inicial (rosa) más el trozo de cuerda que había entrado (verde). En el siguiente vídeo podéis ver algunos momentos del trabajo, tanto del previo como del posterior.






1 comentario:

  1. Qué bonito, qué buenos compañeros, desde luego que eso no se aprende en internet ni en los libros, enhorabuena Juan!!!

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¡Ya podéis dejar comentarios más facilmente! Ni siquiera tenéis que demostrar que no sois robots, jejeje...